jueves, 18 de julio de 2013

Las frutas, los regalos.

Ellas que siguen saliendo a borbotones
todos los días que pasaron, todos los milenios que pasaron
gemas
con sus semillas y sus nutrientes

pintadas con las mismas lenguas que pintaron las galaxias
con la esencia evidente en sus tramas, en su carne y su piel
soles
que cuelgan humildes, solemnes, sensuales

Son, en su cotidianidad, voluptuosas
y están tejidas por los mismos soplidos que dibujan las nubes
frutas
recitando sin decir palabras

Qué si somos frutas
es obvio
puedo ver las flamas verdes entre nosotros
y las lenguas pintando
y las madejas tejiendosé en vórtices y lagos

está escrito antes de que nos escribieran
un paso atrás del otro
la trama y la urdimbre
nena
los rayos que salen de tu cabeza
derriten las antenas

yo me prendo fuego
me prendo fuego, pero en el otro patio
acá te doy mis 37 grados
los transpiro y los agradezco
mientras tanto
en el reino fluorescente de nuestras animas
esa brumosa espiral
que está escrita, como un mapa, en las frutas y en los iris
que es celebrada en los mandalas y las flores
me está regalando un aroma
apenas un delicado instante
precioso valioso
como gemas como soles como frutas

gracias gracias al tejedor, a esta nariz, y al estampado búlgaro en el que vivimos.



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